sábado, 24 de noviembre de 2012

Memorias de un luchador



Hoy la tristeza me invade y las lágrimas nublan mi vista. Todos sabíamos que esto tarde o temprano iba a suceder, porque no somos inmortales, porque tu cuerpo ya no funcionaba bien.
Fuiste un perro increíble y un compañero único. No es fácil despedirse después de catorce años de fidelidad, pero merecías que cuando el momento llegara fuera de manera digna y sin sufrimiento.
Aunque nunca te enteres, necesitaba refugiarme en las palabras (una vez más) y escribirlas para recordarte con alegría cuando necesite de tu compañía.
Tantas aventuras y anécdotas adornan tu nombre en mi memoria, que a una semana de tu partida todavía me cuesta asomarme al patio y encontrar ese sitio vacío.
Llegaste a nuestras vidas un 6 de Mayo de 1998 a upa de Cielo, que con mentiras sobre tu origen y cara de ternura convenció a mamá que te quedaras. Y quién podía negarse a ese perrito de cabeza pequeña y gran barrigón que más tarde se llamaría Panza aunque fuera esbelto y tuviera porte de león.
Fuiste muy guardián y de poca paciencia con los niños...mordiste a varios amigos y vecinos. Pero sólo uno logró conquistar tu corazón rebelde e indomable, ese niño que podía hacerte lo que sea y jamás le tarasconeaste. Ese que cuando te decía Pancinta vení, tu cola se movía sin parar.
Fuiste un gran compañero de momentos difíciles, no te entregaste nunca y siempre la peleaste. 
Con ese espíritu libre y salvaje no te frenó ni un puente de tres metros, ni que una camioneta pisara tu mandíbula, ni un virus de verano, ni una columna averiada, nada.
Solo pudo detener tu caminar el paso de los años...y te fuiste este 14 de noviembre..
Hasta siempre querido amigo Panza, fiel compañero, gracias por tanto.



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