Aquél 30 de Abril las agujas del
reloj a las 13 hs marcaron mucho más que la hora del cierre del negocio. Al
cruzar esa puerta el inicio de otro camino acababa de comenzar. La persiana
lentamente bajaba y detrás del gran frente de vidrio quedaban seis interesantes
años de su vida, de un lado de aquella barrera
de acero estaba el pasado con todas sus anécdotas y aprendizajes; del
otro, el futuro con todas sus inseguridades y promesas.
El descenso fue lento y parejo,
lo que le brindó el tiempo suficiente para hacer el duelo y cuando la persiana
tocase el suelo pudiera dar ese
siguiente paso sin mirar atrás.
No se llevó nada más que lo
puesto y una lapicera que siempre tenía en el bolsillo, y sin embargo decir adiós
no fue tan sencillo. Emprendió su andar confiada y pensativa, fue entonces
cuando el pasado la volvió a abrazar. Decidieron despedirse y se encontraron
una vez más en la fiesta de disfraces que el presente iba a dar.
El pasado se vistió de “momentos”
que habían sucedido tiempo atrás. Se pegó fotografías de las mejores situaciones que le había tocado pasar. Alegre
y disparatado, su disfraz era muy variado.
El futuro, inseguro, no sabía con
que traje se iba a quedar. Se probó el de alegría, pero no le convencía. El de seguridad, le parecía una barbaridad. El
de suspenso, lo ponía un poco tenso. El de audacia, no tenía gracia. El de
aventura, era una locura. El de miedo le parecía feo. Finalmente, impredecible y
apresurado, el futuro decidió ir vestido de “cambio”. Con un poco de coraje diseño su propio traje recortando un pedazo de todos los anteriores que se
había probado.
El presente que no se decidía si
ya pasó o sucedería, se disfrazó de “armonía”, llevando consigo la paz de cada
día. Lo armó con paciencia, valores y para darle color lo pintó de decisiones y
desafíos.
La fiesta que reunió al pasado,
al presente y al futuro en un mismo lugar, fue amena y divertida…y transcurrió
una noche antes del siguiente día.
NP- 30-04-2014